domingo, 31 de marzo de 2013

ANIVERSARIO DE LA DETERMINACIÓN DEL DÍA “D” Y LA HORA “H”



El día 30 de marzo de 1982 a las 09.30, el comandante del Teatro de Operaciones Malvinas, General de división Osvaldo Jorge García, de acuerdo con las últimas informaciones sobre la situación en las islas y las malas condiciones meteorológicas reinantes, fijó como día “D” el 2 de abril y como hora “H” las 06.00. Se postergó así el inicio de las operaciones, que había sido previsto para el día 1 de abril. Esta decisión fue comunicada a los comandantes dependientes. 
Fuente: Ejercito Argentino. 


sábado, 30 de marzo de 2013

ANIVERSARIO DE LA FINALIZACIÓN DE LA EXPEDICIÓN AL PARAGUAY



El día 30 de marzo de 1811, el General Manuel Belgrano, con el resto de su glorioso Ejército de 700 hombres, incluida la División Rocamora, repasó el Paraná, que había atravesado en diciembre del año anterior, para internarse en el Paraguay; donde, si no consiguió la victoria en las memorables batallas de Paraguary y Tacuarí, se retiró con gloria, e impuso al enemigo su autoridad y el heroico valor de sus escasos 300 hombres. Salvó así la honra de la Causa y dejó el campo contrario preparado y dispuesto “para fecundar el pensamiento regenerador del 25 de mayo de 1810”.
Fuente: Ejercito.

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viernes, 29 de marzo de 2013

ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL BRIGADIER GENERAL CORNELIO SAAVEDRA



Cornelio Judas Tadeo de Saavedra vio la luz el 15 de Setiembre de 1759 en la Villa Imperial de Potosí, en lo que hoy son los Andes bolivianos. Su familia era de vieja raigambre americana y su hogar rezumaba prestigio y tradición. Pero las difíciles condiciones climáticas de aquella región impulsaron a la familia Saavedra a regresar a Buenos Aires, de donde era oriundo el padre. Entonces Cornelio cursó estudios en el Real Colegio de San Carlos, distinguiéndose por su inclinación a la filosofía. No obstante, siguiendo el camino de sus mayores, se dedicó al trabajo de la tierra. Casado en 1788 con su prima hermana Francisca de Cabrera y Saavedra, ingresó a la función pública en 1797 como Regidor. Dos años después fue nombrado procurador; en 1801 Alcalde de segundo voto y en 1805 Administrador del depósito pública de trigo. De 1799 data un documento suyo poco conocido: un alegato en pro de la libertad de comercio y la libertad de trabajo.Las Invasiones Inglesas descubrieron en Saavedra una inesperada vocación por las armas. A propósito de esta iniciación castrense, estampó en sus memorias su propia explicación: “Este fue el origen de mi carrera militar: el inminente peligro de la patria, el riesgo que amenazaba a nuestras vidas y propiedades, y la honrosa distinción que habían hecho los hijos de Buenos Aires prefiriéndome a otros muchos paisanos suyos para jefe y comandante, me hicieron entrar en ella”.En efecto, durante las invasiones ingleses, el cuerpo de Patricios lo eligió Comandante, marchando él a la cabeza como primer combatiente de este cuerpo, integrado por tres batallones y 23 compañías. Entre quienes despedían a las tropas que iban rumbo a Barracas figuraba su segunda esposa – la primera había fallecido en 1798 -, Saturnina Bárbara de Otárola y del Ribera. Su prestigio creciente en la población de Buenos Aires lo llevó a desempeñar un papel decisivo en las jornadas de Mayo. En la reunión de comandantes del 20 de Mayo negó su apoyo a Cisneros. Dos días más tarde, en el Cabildo abierto, al votar por la destitución del Virrey, obtuvo la adhesión de 86 cabildantes, entre quienes figuraban Castelli, Belgrano, French y otros. Presidente de la Junta del 25 de Mayo, Saavedra tuvo que enfrentar las alternativas de un clima el cual no estaba acostumbrado. Es decir, un clima político de sutilezas y argucias, de fervor revolucionario con todos los posibles excesos y deformaciones inevitables en un movimiento de esta naturaleza. Después del golpe del 5 y 6 de Abril de 1811 (en el cual Saavedra creyó fortalecerse, apresurándose a separar a los elementos morenistas) abandonó Buenos Aires con rumbo a Salta, con el objeto de reorganizar el derrotado ejército del Desaguadero. Pero el viaje fue aprovechado por sus adversarios para asestara varios golpes: separado del gobierno y del ejército, se intentó confinarlo en San Juan, pero, alertado a tiempo, Saavedra cruzó la cordillera de los Andes por ignotos caminos, arribando a tierra chilena en compañía de su hijo Agustín, de 10 años de edad. En 1814 decido volver a la patria, para no caer en manos españolas, pues los ejércitos reales amenazaban por entonces a Coquimbo. Y mientras vuelve a cruzar la cordillera, su esposa tramita en San Juan el ingreso de Saavedra, que es negado por el Teniente de Gobernador. Doña Saturnina, sin apela al Gobernador Intendente de Cuyo, es decir a San Martín, quien accede a la solicitud.Finalmente, Saavedra es enviado a Buenos Aires con escolta para hacer acto de presencia en el juicio que se lo había iniciado y tras la revolución del 15 de Abril de 1815, el Cabildo le devolvió su grado militar. De inmediato, sin embargo, al asumir Alvarez Thornas el cargo de Director suplente lo relega a Arrecifes. En 1818 obtuvo la rehabilitación, Desempañó varios cargos militares, aunque de escasa importancia, y en 1822 se le otorgó el retiro absoluto del ejército.Murió el 29 de Marzo de 1829, y dos días después el diario “El Tiempo” se hizo eco del fallecimiento en escuetas líneas: “A las 8 de la noche del domingo murió repentinamente el Brigadier General Cornelio de Saavedra. Los buenos patriotas deben sentir su pérdida, por los servicios que aquel ciudadano ha prestado el país”.En Diciembre del mismo año, el gobierno del General Juan José Viamonte concretó su homenaje trasladando los restos de Saavedra a un mausoleo de la Recoleta.
Fuentes: www. revisionistas.com.ar / Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado

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jueves, 28 de marzo de 2013

LOS HUSARES DE PUEYRREDON


Nació para luchar durante las invasiones inglesas. Los Húsares de Pueyrredón fue un cuerpo de milicias criollas considerado como el más antiguo del arma de caballería del Ejército Argentino, después del Regimiento de Blandengues. Pese a sus cambios de nombres, la continuidad histórica se prolonga en el actual Regimiento de Caballería de Tanques 10, Húsares de Pueyrredón.
Con el desembarco de los británicos en 1806, Juan Martín de Pueyrredón los enfrentó el 1º de agosto de ese año, en Luján, con un grupo de gauchos en el Combate de Perdriel. Por ese desempeño, se le encargó la organización de las fuerzas de caballería. De esa manera, alistó un cuerpo de tres escuadrones de húsares. El primero, bajo su mando con 166 hombres; el segundo, a cargo del teniente coronel Lucas Vivas, con 186 y el tercero, con 181, dirigido por Pedro Ramón Núñez. En los oficios del 4 y 10 de septiembre, Liniers informó sobre la formación de los Húsares por el Rey y por la Patria Voluntarios: “Tengo coordinados tres escuadrones de voluntarios cuyos individuos han servido a todos en la Reconquista quienes de por sí se obligan a uniformarse y a mantener caballos a pesebres; cada escuadrón debe componerse de ciento y veinte jinetes, armados sólo de sable y pistola, vestidos a la Húsara”. Había nacido el primer cuerpo de voluntarios que quedó formalizado un 5 de diciembre de hace 206 años. 

Como el Ave Fénix
Desde entonces, el regimiento participó en numerosas acciones bélicas. Entre las más destacadas, cabe mencionar las jornadas del 5 y 6 de julio de 1807, durante la segunda invasión inglesa, donde fue elogiado por su intrepidez tanto a pie como a caballo en la primera línea. En 1809, recibió el nombre de Húsares del Rey y después del 25 de mayo de 1810, se fusionó en el cuerpo Dragones de la Patria para participar en las Campañas del Alto Perú. El 20 de junio de 1811 integró la reserva a las órdenes del coronel Juan José Viamonte en la batalla de Huaqui y el 20 de febrero de 1813, estuvo en la batalla de Salta. El 1º de octubre de 1820, se crearon los Húsares de Buenos Aires, a los que muchos consideran como la continuidad de aquellos pioneros de Perdriel. El 6 de marzo de 1820, enfrentaron a los indígenas de la provincia de Buenos Aires y más tarde, en las campañas del coronel Federico Rauch, entre octubre de 1826 y enero de 1827, los húsares combatieron en Puesto del Rey, Arroyo Dulce, Quequén Grande, Arroyo Las Salinas, Lago Epecuén y Sierra de la Ventana. El uniforme consistía en pantalón blanco y casaca azul, igual que otras unidades, pero se distinguían por los distintivos y galeras con penachos de distintos colores. Además, en el ojal llevaban una cinta azul y blanca. El 30 de noviembre de 1826, durante la guerra contra el imperio del Brasil, el jefe del Ejército, general Carlos María de Alvear, dispuso la creación del Regimiento 10 de Caballería a las órdenes del coronel Pablo Zufriategui. Fue disuelto ni bien terminó la contienda. 

Siempre protagonista
El 10 de Caballería combatió con el ejército del general Justo José de Urquiza en las batallas de Cepeda (1859) y Pavón (1861), donde quedó desafectado tras la derrota.
En 1871, regresó para servir en la frontera norte. Durante la Revolución de 1874, integró las fuerzas gubernamentales al mando del coronel Julio Argentino Roca y participó en la batalla de Santa Rosa, el 7 de diciembre de ese año. En la asonada de 1880, de Carlos Tejedor, formó parte de la división del coronel Eduardo Racedo en las acciones de Olivera, Puente Alsina, Los Corrales y San José de Flores. El 13 de junio de 1881, se fusionó en el 6 de Caballería, pero por decreto del 9 de marzo de 1882 se dispuso nuevamente su formación. El 11 de junio de 1883, con el teniente coronel Rudecindo Ibazeta, efectuó un reconocimiento en el río Pilcomayo y combatió contra los malones de indios. Fue disuelto otra vez, en diciembre de 1886. Dos años después, el presidente José Evaristo Uriburu lo sacó del olvido y fue trasladado a Córdoba donde corrió la misma suerte luego de la revolución de 1905 y el 30 de septiembre de 1917, el presidente Hipólito Yrigoyen decretó su reorganización en Campo de Mayo. El 12 de agosto de 1919 se lo designó como Húsares de Pueyrredón y sus integrantes fueron autorizados para utilizar el uniforme histórico. En 1921, bajo las órdenes del teniente coronel Héctor Varela, fue enviado a la Patagonia para sofocar una huelga revolucionaria y pacificar la zona en la Campaña de Santa Cruz.

El hoy
El 29 de abril de 1948 quedó reorganizado como Regimiento de Caballería de Tiradores Blindados 10 Húsares de Pueyrredón y dotado con vehículos blindados M3 y tanques M4 Sherman. En 1951, actuó como Agrupación Blindada I, compuesta por un batallón de M4; en 1953, como Agrupación de Tropas Blindadas y en 1958, como Agrupación Blindada A. En 1961, fue transformado en el Regimiento 10 de Caballería de Tiradores Blindados Húsares de Pueyrredón, con tres escuadrones de Tiradores Blindados y uno de Tanques. En 1967, se trasladó a la ciudad de Azul, provincia de Buenos Aires. En 1979, quedó reorganizado como Regimiento de Caballería de Tanques 10 Húsares de Pueyrredón. En 1980, fue dotado con el Tanque Argentino Mediano (TAM) y en 1982, con la Guerra de Malvinas fue movilizado a la Patagonia como parte de la Brigada Blindada I.
Fuente: Lauro Noro para Soldados Digital 2013.

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miércoles, 27 de marzo de 2013

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DEL DESFILADERO DE SAN IGNACIO


El 26 de marzo de 1881 se produce el encuentro entre la tropa de la Primera Brigada de la 2º División de Ejército, en campaña al lago Nahuel Huapi, almando del teniente coronel Rufino Ortega con las indiadas de Ñancucheo y Huincaleo. El lugar de la batalla fue el desfiladero de San Ignacio, en el valle del río Aluminé, en donde éste recibe las aguas del Catan Lil y forma el Collon Curá (unión de los departamentos de Catan Lil, Huiliches y Collón Curá, en la precordillera. “En todo este trayecto se ha avistado al flanco izquierdo de la columna varios jinetes. Son indios que observan nuestra marcha desde la cumbre de elevados cerros, que tan pronto se aproximan como desaparecen, y van, a medida que vamos avanzando, encendiendo el campo en diversas direcciones. Sin temor de equivocarse puede asegurarse que por ese medio avisan nuestra aproximación y el rumbo que seguimos. Diez baqueanos a las órdenes del ayudante R. Guevara son enviados a examinar el camino del Oeste que se interna en un estrecho cajón, y a la vez, alejar a la partida de indios que tenemos al frente, que con toda osadía llegan a aproximarse hasta un tiro de fusil. Parece que quieren lucir los magníficos caballos que montan. Bajan y suben a escape empinadísimos cerros y en cuyas cumbres hacen mil molinetes. El ayudante Guevara regresó sin haber obtenido ningún resultado después de más de una hora de inútiles correrías. Para llegar al paso del río tenemos que costearlo algunas cuadras; pero todas ellas forman un estrecho desfiladero donde sólo se puede ir de a uno. Nos internamos en él. Los indios nos contemplan desde la orilla opuesta, desde donde pueden contarnos con toda impunidad. A la conclusión del desfiladero se llega al paso del río. En el momento de vadearlo, el Jefe del 11 de Caballería avisa que los indios han avanzado por nuestra retaguardia y se tirotea con la guardia que la cubre; que ha desprendido al mayor Ruibal con el 3er Escuadrón en su protección. Efectivamente, un grupo de indios aprovechándose encontrarnos comprometidos en el paso del desfiladero, pasan el río un poco más abajo donde marchábamos y caen de improviso sobre las reses que conducen para nuestra provisión. Los que las cuidan, peones de proveeduría, no ofrenden resistencia; pero los caballerizos más próximos los contienen hasta la llegada de la guardia y del mayor Ruibal que los obliga a repasar el río. Al propio tiempo que esto pasa a retaguardia, también la cabeza de la columna se bate. Marchan a vanguardia 20 hombres a las órdenes del ayudante Guevara, e inmediatamente detrás sigue la columna. Pásase el río y se emprende la ascensión de un cerro por una pendiente algo inclinada. En la cumbre de éstos, están todavía los indios. Esta osada insistencia hace suponer que intentan algún golpe. Parte del 12 y todo el Regimiento 11 está todavía encajonado en el desfiladero y paso del río. Hago situar sobre el paso una compañía del Batallón para que proteja y cubra el paso que es susceptible de un ataque por el flanco derecho. El resto avanza. Al coronar el cerro, el ayudante Guevara es cargado violentamente por más de 60 indios. Es apoyado inmediatamente por granaderos del 12 a órdenes del capitán O`Donnell. Estas fuerzas cargan y doblan a los indios que en su retirada se dividen en dos grupos. La mayor parte de la vanguardia persigue a los de nuestra izquierda, pues los de la derecha han ido a caer a un cajón por donde sigue la columna. A la izquierda son cargados por retaguardia, y por los indios que perseguían, pero son completamente rechazados. Mientras esto pasa a la izquierda, seis o siete soldados han continuado persiguiendo a los de la derecha y siguen avanzando a su frente. De improviso son cargados por retaguardia por un número considerable de indios y por los que perseguían. Aunque el resto de la fuerza acude velozmente desde la izquierda, no se puede evitar que lanzeen (sic) a seis. Aquí muere el sargento Romero, el cabo Cortez y dos soldados del Batallón, quedando un baqueano y un soldado del 12 heridos. Uno de los muertos debe ser un cacique o capitanejo, pues de su cadáver se ha recogido una espada. Esta tiene en su tasa el escudo de Chile. Los indios que he tenido al frente son los de Ñancucheo y Huincaleo, tal lo asegura el capturado por el comandante Torres, dice haberlos reconocido en los caballos que montan. Su número se calcula en más de 200 los que se han presentado a vanguardia”. La Primera Brigada había partido desde su acantonamiento en el fuerte 4ª División, el 8 de marzo de 1881, siguiendo el curso descendente del río Agrio, primeramente, para luego proseguir por el de Catan Lil, hasta encontrar, en las cercanías del lugar donde se desarrolló el combate que hemos referido, al río Aluminé. Más tarde prosiguieron por este río, que cambia de denominación trocándose en Collón Cura, para proseguir su marcha hasta el lago Nahuel Huapi, donde Villegas había dispuesto instalar el campamento central de la División. Las fuerzas de la Brigada estaban compuestas por: Plana Mayor, 2 jefes, 2 oficiales y 21 soldados; Regimiento 11 de Caballería, 2 jefes, 7 oficiales y 190 tropa; Batallón 12 de Infantería, 2 jefes, 7 oficiales y 263 tropa. Total: 6 jefes, 16 oficiales y 474 tropa. Nótese la audacia y la estrategia de la indiada que aprovecha al máximo su conocimiento de la topografía de la región por la cual deben pasar los expedicionarios, como así también la ventaja de poseer magníficas caballadas, aclimatadas y acostumbradas a trepar los cerros de la zona. Esta expedición tenía como fin primordial reconocer todo el territorio “del Triángulo” y tratar de someter a las tribus indias. Esto posibilitó que en la segunda campaña ya se conociera el terreno y las indiadas que se oponían al avance. Respecto a los dos valientes suboficiales que perdieron la vida, con los dos soldados que lo acompañaron en su entrada en la gloria, no tuvieron el consuelo que el poeta y solado Eduardo Gutiérrez anhelaba para aquellos que iban al Paraguay, a luchar, enviados a esos campos donde caerían tantos argentinos. Inspirándose en la blanca figura del que fuera capellán de las tropas argentinas en aquella guerra, canónigo Tomás A. Canavery, habría de aspirar a contar con el consuelo de:


El misionero
Poncho blanco no te apartes
de las huestes argentinas denodadas,
cuando suenen los clarines de la guerra,
cuando ruja la batalla y en el peplo de su sangre
el soldado herido caiga;
que te vea discurriendo
como lirio entre las rosas escarlatas
despertando bendiciones en las bocas
alegrías en las almas,
besos cálidos de amor sobre los pliegues
de la enseña azul y blanca;
y en la noche de la muerte,
sé la aurora de la vida que no muere,
de la vida que no pasa para el héroe
que ha sabido dar su vida por la vida de la Patria.

Fuentes: Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado / Raone, Juan Mario – Fortines del desierto – Biblioteca del Suboficial Nº 143.

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martes, 26 de marzo de 2013

ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DE LA ESCUELA DE SUBOFICIALES "SARGENTO CABRAL"


Escuela de Suboficiales Sargento Cabral - Con la impronta del héroe
  
Hace 132 años, el 26 de marzo de 1881 y bajo la presidencia del general Julio A. Roca, se creó la primera Escuela de Clases, de Cabos y Sargentos de Artillería con el reclutamiento de suboficiales. Años más tarde, el 4 de abril de 1908 fue definitivamente reglamentada. En 1916, tomó el nombre de Escuela de Suboficiales y en 1933, agregó a su denominación el nombre de Sargento Cabral. 
Durante 1947 a 1950 dejó de funcionar. En este año, se le asignó una nueva sede, donde está actualmente la Escuela de las Armas. Desde 1908 hasta 2003 la reglamentación sufrió varias modificaciones. En 2002, se produjo la fusión con la Escuela de Suboficiales para Apoyo de Combate General Lemos, que formaba a los suboficiales de las especialidades y servicios y recaló en sus instalaciones de la ruta nacional 8 y la 202, en San Miguel, provincia de Buenos Aires. Entre sus propósitos y de acuerdo con los actuales avances en ciencia y tecnología, el instituto militar “busca hacer desempeñar con eficiencia las funciones que le son propias y preparar profesionales altamente capacitados y con motivaciones verdaderas. Las que fueron imbuidas con el ejemplo de ese soldado que fiel a su juramento de entregar su vida en el cumplimiento del deber, fue supremo paradigma de desprendimiento, coraje y nobleza”.

De ayer a hoy
En sus inicios, la minuta educativa de la escuela preveía que durante el primer año, los aspirantes a suboficiales debían superar doce meses de instrucción para obtener las jinetas de cabo de las armas. En el segundo y tercer grado, el esfuerzo apuntaba a los cabos y sargentos con no menos de tres meses de servicio y propuestos por sus propios comandantes de compañía, batería o escuadrón. Finalmente y superadas todas las instancias de las aulas y el terreno, egresaban como cabos primeros de las armas e instructores auxiliares con orientación docente y titulo secundario. 
Con el correr de los años la escuela vivió instancias de cambios en su organización y obviamente, en sus planes de estudios. El objetivo, con las lecciones de la guerra de las Malvinas, fue optimizar los medios y formación del personal con los lineamientos del Comando de Educación y Doctrina y el aval del Ministerio de Defensa. Por eso, hoy los cursos se extienden durante dos años y los flamantes suboficiales egresan como cabos de las armas y el título obligatorio de bachiller nacional y cabos de las especialidades y servicios con capacitación especializada. Pero, más allá de formar a los aspirantes y futuros suboficiales, la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral debe también perfeccionar a los soldados voluntarios no operacionales de la reserva incorporada y proporcionar educación a distancia de nivel medio para el personal de cuadros, sobre todo para lograr el bachillerato de soldados voluntarios y civiles.
Fuente: Laura Noro para Soldados Digital 2013.

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lunes, 25 de marzo de 2013

ANIVERSARIO DE LA CREACION DEL REGIMIENTO DE INFANTERIA MECANIZADO 15


El RI 15 fue creado el 31 de enero de 1907, sobre la base de las 3ra y 4ta Ca del RI 4, en el campo “Grl Sarmiento” Marquezado (San Juan); siendo su primer Jefe el Tcnl Pedro Cáseres.

El 1ro de enero de 1910 se desdoblaron sus batallones pasando el 2do a guarnecer la capital riojana. Este batallón ocupó diversos edificios en la ciudad hasta la inauguración de sus cuarteles actuales el 8 de junio de 1937, en una ceremonia que presidió el entonces Presidente de la Nación Grl Div Agustín P. Justo. A partir del 1ro de enero de 1940 toda la Unidad se reunió en la ciudad de La Rioja, y en enero de 1942 se completó a tres batallones.

El 22 de diciembre de 1964, se disuelve. Casi 30 años después y a órdenes del Teniente Coronel Rafael José Barni, se recrea el 24 de marzo de 1993.

Esta Unidad participó de importantes hechos a lo largo de su vida y últimamente a partir de su reactivación: En septiembre del año 1995 realizó una marcha a pie atravesando las cumbres del Velazco, para alcanzar la ciudad de Chilecito, en cuatro duras jornadas; cubriendo aproximadamente 120 km . Emulando lo realizado en agosto del año 1937 por el antiguo IIdo Batallón del RI 15, que realizando ejercitaciones en Chilecito regresa a La Rioja en una marcha a pie, surcando sus hombres estas majestuosas sierras por primera vez en la vida de su querido Regimiento.

En 1995 el RI 15 cambia su denominación a RI Mec 15 y en marzo de 1997 arriban los primeros Vehículos de Combate Semioruga; para transporte de personal.

El 17 de octubre 1997 se lleva a cabo la ceremonia de mecanización e imposición de su nombre histórico, “General Francisco Ortiz de Ocampo” presidido por el señor Presidente de la Nación.

En el año 1997, ya como Regimiento Mecanizado, estrena esta condición en la provincia de Córdoba en donde se realizó el Ejercicio “Libertador” junto a todas las Unidades integrantes del IIIer Cuerpo de Ejército “Ejército del Norte” y en la que obtiene resultados altamente satisfactorios en el rendimiento operacional de sus hombres; en una operación ofensiva con munición de guerra.

Participa activamente en la integración con la comunidad riojana, con la que logró una excelente relación Ejército- Sociedad. En marzo del año 2000 brinda apoyo a la localidad de Balde de Pacheco (Dpto Grl Belgrano) de las inundaciones sufridas por esa población, realiza actividades de rescate de personas en la ciudad de Olta, transporte y distribución de agua, víveres, frazadas, ropa en Grl, y transporte de medicamentos

El 21 de Diciembre de 2001 colaboró con personal y medios para ayudar a los damnificados de la fuerte tormenta de lluvia y viento huracanado que se produjo en la provincia.
El 28 de mayo de 2002 colabora con personal y medios en la remoción de edificios, transporte de víveres y materiales en las localidades de Chuquis y Aminga, en el Dpto Castro de Barros, que sufrieron los efectos de un fuerte temblor que provocó numerosos daños materiales.

De esta manera, y de muchas más, la comunidad riojana dispone disponer del apoyo del Regimiento de Infantería Mecanizado 15, Unidad en la que sus hombres poseen un espíritu tan fuerte como el metal de sus vehículos, pero también la sencillez y bondad de sus corazones para el bienestar de su comunidad.
Fuente: www.rimec15.ejercito.mil.ar

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domingo, 24 de marzo de 2013

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE SAUCE REDONDO



Luego de la derrota de las tropas patriotas en Ayohuma y aprobado el plan sugerido por Dorrego para la reorganización de la vanguardia, éste permaneció unos días en las líneas avanzadoras, instruyendo oficiales y tomando diversas disposiciones. En su transcurso llegó al cuartel general de Tucumán el mayor Martín Güemes, a quien Manuel Belgrano había expulsado del ejército en la primera retirada de Jujuy, a consecuencia de una historia de amoríos que se hizo pública y chocó con las ideas de riguroso orden social sustentadas por el general ahora en desgracia. San Martín lo envió a la vanguardia, y Dorrego le colocó en el lugar que anteriormente había destinado a Pedro Zabala, que era de mucha acción y sirvió después a tan famoso y heroico guerrillero, para dar la medida de su capacidad.
Güemes pertenecía a una familia honorable de la Capital de la provincia que tanto habría de defender, y no carecía de cultura; pero, penetrado de la idiosincrasia del gaucho, especialmente en breve estadía en la Banda Oriental, donde contempló y admiró de cerca la popularidad de Artigas, aunque sin gustar de los propósitos de este caudillo, procuró identificarse con los campesinos el norte usando su traje, empleando su lenguaje, halagando en grotescas y zafadas peroraciones –que no dejaba escuchar a ninguna persona con alguna educación, ni aun a sus ayudantes- el odio a las clases superiores de la sociedad en general y a los falsos “nobles”, entre los cuales hubiera podido alternar, particularmente. Tenía esbelta figura, ancha y despejada frente, ojos singularmente vivarachos, poblada barba negra que dejaba crecer hasta el pecho; pero su vos era trabajosa y confusa, a consecuencia de un defecto de la úvula, según un contemporáneo: “quien no estaba acostumbrado a su trato, sufría una sensación penosa al oírlo”
Mientras el coronel Saravia daba cuenta a San Martín que habían sido distribuidas todas las partidas de acuerdo con las órdenes de Dorrego (10 de febrero de 1814), éste daba por terminada su misión en Salta y se retiraba al cuartel general de Tucumán.
Afanoso Güemes por probar en la pelea la bravura y la adhesión de los gauchos, como el enemigo no se atrevía a lanzar partidas a la campaña aleccionado por los percances ya sufridos, fue en su busca introduciéndose en el valle de Lerma; el 9 de marzo batió una avanzada realista en los suburbios de la ciudad, y el 11, habiendo realizado el coronel Castro una salida con toda su poderosa vanguardia para hacer lo que le parecía peligroso e inútil esperar de pequeños destacamentos, fue acosado de tal manera por los gauchos apostados detrás de los árboles, que se descorazonó muy pronto, y sin haber salido del valle, regresó a su cuartel a los tres días. “Los gauchos de Salta solos –oficiaba San Martín al Gobierno General- están haciendo al enemigo una guerra tan terrible….”.
El 18 de marzo, otra avanzada de la plaza fue sorprendida por los gauchos de Güemes; pero a despecho de eso, un piquete realista de 56 hombres al mando del capitán José Lucas Fajardo, consiguió deslizarse hasta las cercanías de Guachipas.
El 24, habiendo sido sentido por José Apolinar Saravia –gaucho joven que sentía dio feroz a los “godos”, y del cual se refiere que en la gloriosa tarde de Tucumán riñó con otro oficial que se opuso al sacrificio de un prisionero, y un rato después, viendo a aquél agredido por un enemigo rezagado, le salvó la vida, exponiendo la suya, sin reconciliarse-, pagó su temeridad. Saravia, reuniendo 30 “partidarios” de los que estaban a sus órdenes y algunos gauchos armados con garrotes y chuzas, lo acometió en Sauce Redondo, matando 11 hombres, entre los cuales cayó Fajardo, y haciendo 27 prisioneros, a cambio de cuatro bajas solamente. “No puedo prescindir de manifestar a V. S., aunque de paso –escribió San Martín al coronel Pedro José Saravia-, cuán pausible y satisfactoria me ha sido la valerosa comportación del precitado comandante don José Apolinar, la de su hermano don Domingo y de toda la demás gente de su mando en la brillante guerrilla del 24”.
Filiberto de Oliveira Cezar en su obra “Güemes y sus Gauchos”, transcribe una carta referida a este combate del comandante Saravia, dirigida a Güemes, fechada en Guachipas el 25 de marzo de 1814: “……. A las 2 de la tarde observaron mis descubiertas que el enemigo en número de 56 hombres bien armados, al mando del Capitán D. José Lucas Fajardo, se dirigía por el paso del río de Guachipas hacia este rumbo; inmediatamente di orden para que mis descubiertas y avanzadas, que estaban en el Sauce Redondo, se replegasen hasta las casas de D. Manuel Castellanos, entre tanto yo hacía avanzar mi retaguardia que se hallaba situada en la capilla para protegerlas oportunamente. En efecto, a las 3 ½ de la tarde campó el enemigo en el Sauce Redondo, y a las 4 rompí el fuego contra su avanzada, con una guerrilla de doce hombres al mando del Alférez de caballería de línea, D. José Antonio Suárez. Observando que muerto dicho alférez me rechazaban la guerrilla, cargué inmediatamente con el resto de mi división, y pasadas las primeras descargas de fusil, a las que se sostenía vigorosamente, mandé avanzar, sable, garrote y chuza en mano: en ese momento desordenado, el enemigo huyó vergonzosamente, de lo que resulta haber conseguido una completa victoria, haciéndoles 27 prisioneros, entre ellos 14 mal heridos; a más de éstos, 8 soldados, 2 sargentos y el Comandante Fajardo muerto; consistiendo mi pérdida únicamente en la muerte del Alférez Suárez, dos soldados y un paisano herido (…) Después de encarecer a V.E. el valor, constancia y regocijo con que todos mis soldados y paisanos se han comportado, debo particularmente recomendar a la consideración de V. E., la viuda e hijos de dicho Alférez Suárez, cuyo ingente valor lo precipitó en la tumba donde yace, con solo el interés de la libertad…” .
El 29 salieron de la plaza 80 realistas mandados personalmente por Castro, para atacar a los patriotas mandados por Güemes, cuyas posiciones habían sido descubiertas, pero el segundo se anticipó al primero, logrando sorprenderlo y desbaratarle la mitad de la gente.
Los servicios de Güemes fueron premiados con el grado de teniente coronel y el mando superior de la vanguardia, en que relevó al coronel Saravia. Aumentó su prestigio, su acción cobró aún mayor energía, y los realistas, cada vez más encerrados en la ciudad, creyeron sufrir el asedio de un gran ejército. Pidieron nuevamente refuerzos, y obtenidos, destinaron mil hombres a la conquista de una zona de la campaña, que les sirviese para extraer recursos. Esa fuerza, que maniobró fraccionada en dos divisiones mandadas respectivamente por los coroneles Gullermo Marquiegui (salteño) y Antonio María Alvarez, nada pudo conseguir; regresó a los pocos días, con gran fatiga y algunas pérdidas causadas por la diaria hostilización de los gauchos.

Fuentes: Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado / www. revisionistas.com.ar / Oliveira Cezar, Filiberto de – Güemes y sus Gauchos: escenas de la independencia argentina – Buenos Aires (1895) / Paz, José María – Memorias póstumas / Uteda, Saturnino – Vida Militar de Dorrego – La Plata (1917).


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sábado, 23 de marzo de 2013

EL ESCUDO DE CHANCAY O LA HISTORIA DE UNA SANCIÓN ENALTECEDORA



Chancay es una pequeña localidad que se encuentra en territorio peruano, sobre la costa del Océano Pacífico, en la cual, el 25 de noviembre de 1820, un puñado de valerosos soldados patriotas protagonizó una heroica acción que se perpetuaría en la historia.Corrían los duros años de la epopeya emancipadora y poco faltaba para que esta culminara en Ayacucho. El avance del ardor libertario, partiendo del Plata, había corrido a través de la mole andina liberando a Chile y en esos momentos, estaba consolidando su plan en suelo peruano.Entre uno de los tantos hechos de armas que contribuyeron al esfuerzo patriota, se encuentra el protagonizado por un piquete de 19 granaderos, al mando del fogoso y temerario Teniente Juan Pascual Pringles. Este había recibido orden de marchar a la Caleta de Pescadores, a 15 Km de Chancay, donde debía aguardar al comandante colombiano Tomás Heres, y a varios oficiales del Batallón Numancia, para transmitirles una orden y aguardar la respuesta
Como expresa recomendación, había recibido la de evitar todo encuentro con tropas realistas, debiendo replegarse en ese caso al emplazamiento de la reserva patriota, con prohibición absoluta de empeñarse en combate.El destacamento realizó una marcha forzada durante la noche desde su campamento hasta el lugar indicado, que quedaba entre los médanos de una costa relativamente baja con algunas barrancas, encontrándose allí al amanecer. Hasta allí, cumplió en un todo las precisas indicaciones que tenía, cuando de improviso surgieron de las brumas de la todavía incierta mañana, tres escuadrones españoles que superaban holgadamente al reducido destacamento de granaderos.El aparecer y presentar combate fue una sola acción que, sorprendiendo a los patriotas, tanto por el número cuanto por la configuración del terreno, los obligó a combatir desigualmente y de espaldas al marPringles, resuelto a abrirse paso, cargó en varios intentos, dejando tres muertos y once heridos, incluido él mismo. Negándose a entregarse y en un arrebato de indignación e impotencia desesperada, volvió grupas a su cabalgadura e intrépidamente se internó entre las olas, ante la vista atónita y admirada de sus propios soldados y del enemigo.El jefe español, mandó rápidamente un estafeta a informar del hecho a su jefe inmediato, el general Valdez, quien marchaba no lejos de allí, al mando del grueso de las tropas españolas. Enterado, éste galopó hasta el lugar del combate, llegando a presenciar el momento en que Pringles, aún montado, era envuelto por el oleaje, perdía el equilibrio y era presa de la violencia del mar, siendo desmontado. Valdez picó espuelas a su cabalgadura y también penetró en el agua, ofreciéndole a Pringles a viva voz la garantía de su vida.Este, advirtiendo tal vez lo estéril de su sacrificio y medio ahogado, alcanzó las ancas del caballo del general y aceptó su propia salvación. Llegado a la playa, Valdez ordenó rescatar al caballo del valeroso oficial y reunir a sus soldados.San Martín recibió el parte del jefe de Pringles, Alvarado, en el cuartel general de Supe. En el Boletín del Ejército Unido Libertador del Perú, correspondiente al 2 de diciembre de 1820, se hizo conocer lo ocurrido a las tropas, en los siguientes términos:
[...] Una partida de 19 granaderos al mando del Teniente Pringles salió a reconocer al enemigo y por fortuna nuestra fue cortada por 80 caballos y hecha prisionera cerca de Chancay. Ellos se rindieron, pero el enemigo quedó cubierto de ignominia; quizá no hay ejemplo en el mundo, de un combate más desigual y que tanto deshonre al vencedor: los vencidos se han hecho acreedores de la admiración de los enemigos y del aplauso de sus compañeros de armas.
Posteriormente, la orden del día, proclamó lo siguiente: [...] ¡Soldados! Una de nuestras partidas de observación ha caído en poder de los enemigos en Chancay: el teniente Pringles y 19 granaderos fueron sorprendidos por setenta hombres. Cargaron sobre ellos, rompieron la línea, pero al fin tuvieron que ponerse en fuga a la vista de cien hombres más que venían a unirse a los últimos. De nuestros bravos, tres quedaron en el campo, once fueron heridos y seis han caído prisioneros, incluso el oficial. La excesiva superioridad del número y el estado en que se hallaban los caballos de nuestra partida, han dado al enemigo este humillante triunfo. Él debe avergonzarse de haber vencido a 20 granaderos que acababan de romper su línea y dejar tendidos en el campo, entre muertos y heridos, a 26 lanceros y a más de un oficial, según se asegura. El vencedor ha quedado escarmentado en este choque, y llenos de orgullo, los vencidos. ¡Soldados!: No temáis a un enemigo que sólo busca victorias que degradan y daos la enhorabuena por una pérdida que hace tanto honor a nuestros compañeros de armas. San Martín.
En los primeros días de enero de 1821 el teniente Pringles y sus granaderos fueron canjeados y remitidos de Lima al campamento patriota, en Huaura, después de una penosa estadía en los lóbregos calabozos de Casas Matas, en las baterías de El Callao, donde no tuvieron honores ni reconocimiento a su bravura, sino solamente, y en dura forma, el tratamiento dado a un enemigo prisionero. Pringles recibió una severísima reprimenda, seguida de una grave sanción, por parte del general San Martín, pero no por ello su magnanimidad dejó de reconocer la intrepidez y el valor del joven oficial, por lo que al anunciarle su reincorporación al Ejército Libertador, resolvió otorgarle un honroso premio.
Consta de un escudo redondo de paño celeste, que lleva bordadas en plata en su perímetro, dos ramas de laurel y una inscripción singular, no tanto en su mensaje, cuanto por las formas en que está expresado. Dice así:
“GLORIA A LOS VENCIDOS EN CHANCAY”
El premio, sin olvidar la derrota, resaltaba el reconocimiento a la recia bravura de la acción, mediante una inscripción en grandes letras, mientras que aquella aparecía en caracteres pequeños.Así, la sanción se convirtió en honrosa prenda de reconocimiento al valor y al arrojo demostrados por el gallardo oficial. Ejemplos como este, que abundan en nuestra historia militar, deberían ser tenidos en cuenta a la hora de poner pecho, no solamente a las armas enemigas, sino también, incluso, hasta la ofensa verbal y cobarde de quienes pretenden atacar o insultar a las instituciones de la República. He aquí, una vez más, otra de las muy actuales enseñanzas que nos da nuestro venerable pasado, y en este caso, relacionado con el Espíritu Militar.
Fuente: Por el My (R) Sergio O. H. Toyos para el Diario Soldados.

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viernes, 22 de marzo de 2013

ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DEL BRIGADIER GENERAL JOSÉ ZAPIOLA


El 22 de marzo de 1780, nace en Buenos Aires el Brigadier General José M. D. Zapiola. Regresó de Europa en el mismo buque en que viajó a Buenos Aires el General San Martín, de quién fue amigo. Siendo oficial de marina de profesión, contribuyó a la formación del Regimiento de Granaderos a Caballo y a la organización del Ejército de los Andes. Peleó en Chacabuco y en Maipú y tuvo actuación en la Guerra del Brasil.

Héroe de la Independencia, comandante de los granaderos a caballo en la batalla de Chacabuco. Nació en Buenos Aires, hijo de Manuel Joaquín de Zapiola, oficial de marina español que acompañó la expedición de Pedro de Ceballos al Río de la Plata y de María Encarnación de Lezica y Alquiza.Fue enviado a España para instruirse en la marina española; egresó de la Escuela Naval en 1796 y le asignaron tareas navales; en 1810, lo destinaron a Buenos Aires y su participación en la Revolución de Mayo le costó que las autoridades realistas lo enviaran de vuelta a España; allí, en Cádiz, conoció a Carlos María de Alvear y a José de San Martín y se unió a ellos en su decisión de regresar a Buenos Aires para luchar por la independencia; los acompañó a Londres y luego a Buenos Aires en el buque George Canning; cuando llegaron, en 1812, Zapiola se presentó, de inmediato junto con ellos, ante la Primera Junta; también colaboró para establecer la Logia Lautaro, ayudó a San Martín en la organización de los granaderos a caballo, intervino en el exitoso sitio de Montevideo en 1814, bajo las órdenes de Alvear.
Fue comandante del regimiento de granaderos en el ejército de los Andes; luchó en Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú; tomó la ciudad de Chillán en el sur de Chile, de manos de los realistas; en junio de 1819, regresó a Buenos Aires y se reincorporó a la marina; fue comandante de una escuadra fluvial que Buenos Aires envió contra los caudillos del litoral (1821).
En 1829 se retiró de la vida pública para dedicarse a las actividades rurales; permaneció en esta situación hasta después de la caída de Rosas en Caseros en 1852; regresó al servicio activo como comandante de marina y fue ministro de Guerra y de Marina en el gabinete del gobernador Valentin Alsina de Buenos Aires; se retiró de la marina; murió en Buenos Aires.

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jueves, 21 de marzo de 2013

ANIVERSARIO DE LA CREACION DE LA BASE GENERAL SAN MARTIN


EL LUGAR 
La bahía Margarita se abre sobre la costa O de la península Antártica. Encerrada entre la isla Belgrano, la costa Falliéres y la isla Alejandro I, es amplia y de aguas profundas pero su acceso es muy difícil durante la mayor parte del año debido a la espesa capa de hielo que la cubre.
En esta zona, muy poco frecuentada a causa de las dificultades que ofrece a la navegación, existen varios grupos de islas, islotes, rocas y arrecifes que dibujan una red de canales y fiordos, generalmente helados. Entre las islas se destacan la Pourquoi-Pas, Herradura, Caballete y Millerand, de la cual se hallan muy cerca los islotes Debenham.
En uno de estos islotes, el denominado Barry, fue erigida la base San Martín, a los 68º07’S y 67º08’W, debajo del Círculo Polar Antártico.

HISTORIA:
La base San Martín, que por mucho tiempo fue una de las más australes del mundo respondió al interés nacional por reconocer una de las áreas más alejadas de la Antártida, ejercer allí una soberanía efectiva y tener, además, una estación científica ubicada al S del Círculo Polar.
Las dificultades para hallar un barco que transportara a hombres y materiales hasta bahía Margarita obligaron a contratar a un buque carguero, el “Santa Micaela”, de la compañía naviera Pérez Companc, comandado por el Capitán de Ultramar Santiago FARRELL.
El “Santa Micaela” partió del puerto de Buenos Aires el 12 de febrero de 1951, para fondear en punto de destino el 8 de marzo. La última parte del viaje fue realizada con la escolta del remolcador “Sanavirón” de la Armada.
Tras la llegada, en 12 días de trabajo se levantó la casa-habitación de dos pisos, con paredes dobles de madera.
Se instaló además, una casa-depósito y otra de emergencia; cinco galpones de chapa para víveres, generadores, alojamiento de jaurías y se elevaron las cuatro torres de la antena rómbica de 25 metros de altura.
El 21 de marzo de 1951, en presencia del las tripulaciones del “Sanavirón” y del “Santa Micaela”, con la bendición del padre salesiano Juan MONTICCELLI, el entonces Coronel Hernán PUJATO inaugura la base San Martín, fruto de su proyecto visionario y marca un hito importante en la historia argentina, ya que constituye el primer asentamiento humano al S del Círculo Polar Antártico.
Dificultades iniciales postergaron en gran medida el trabajo científico, aunque diariamente se registraban todos los datos meteorológicos para irradiar a Buenos Aires y elaborar luego pronósticos. La base, proporcionaba datos invalorables para la navegación de los mares vecinos a la península Antártica.
A partir de la fundación de la base en 1951, se construyeron en su zona de influencia una serie de refugios que quedaron como testimonio del paso de los argentinos por aquellos recónditos lugares: Paso de los Andes, Nogal de Saldán, Granaderos, Plumerillo, Chacabuco, Yapeyú, Maipo y 17 de Agosto.
En marzo de 1952 el “Bahía Aguirre” se presentó en bahía Margarita trayendo la comisión de relevo: 
Teniente Primero Alberto P. GIOVANNINI 
Teniente José M. T. VACA 
Teniente Luis R. FONTANA Farmacéutico 
Subteniente Federico M. SOARES GACHE 
Sargento Primero Telmo F. SANTOS Radiotelegrafista 
Sargento Raúl C. URTASUN 
Sargento Mario J. DE LA TORRE 
Sargento Antonio OSÉS 
Cabo Mayor Jorge WEBER Aeronáutico 
Sargento Enrique E. GONZÁLEZ Mecánico/Radiotelegrafista 
Sargento Manuel S. ZABALA Cocinero 
Cabo Primero Edmundo C. BURGOS 
Soldado Carlos M. BUSTAMANTE 
Soldado Rogelio MONZÓN 
Soldado Ángel PEREREIT 
Soldado Ramón O. ALFONZO 
Doctor Félix A. OLMEDO DÍAZ 
Señor Hugo J. PARODI Piloto Helicopterista 
Señor Carlos R. MARRÓN Mecánico de Aviación 
En esta oportunidad hizo su aparición en la Antártida el primer helicóptero argentino, un Sikorsky 51, a cargo del piloto civil Hugo J. PARODI.
El 30 de junio de 1952, un incendio, exacerbado por el “blizzard”, devoró la vivienda principal y dos depósitos de víveres, la usina y la estación de radio.
De todos modos con los víveres racionados y con el combustible muy medido se hicieron reconocimientos en todas direcciones.
Durante la campaña 1952-53, el hielo impidió el paso de las naves de relevo, lo cual agravó la situación de los veinte habitantes de la base San Martín.
Fue entonces que el 26 de marzo de 1953, el avión “Cruz del Sur” de la Fuerza Aérea Argentina, sobrevoló la base arrojando víveres y otros elementos inapreciables.
Este vuelo, comandado por el Capitán Bordedes CASTEX, fue la segunda visita a bahía Margarita de nuestra aviación.
En 1960, la base fue desactivada volviendo a funcionar a partir del 21 de marzo de 1976, como base permanente.
Fuente: www. marambio.aq

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miércoles, 20 de marzo de 2013

ANIVERSARIO DE LA CRACION DE LA ESCUELA MILITAR DE MONTAÑA



El 20 Marzo de 1964 se crea la Escuela Militar de Montaña. Este Instituto nació el 20 de marzo de 1964 como “Destacamento de Instrucción Andino” nutriéndose inicialmente con los Oficiales y Suboficiales del Batallón de Ingenieros de Montaña 6. Tiene como antecedentes inmediatos a los Destacamentos de Montaña de Cuyo y Norte, que centralizaron la educación de los montañeses militares hasta el año 1940.La gran reorganización llevada a cabo en el Ejército en la década del 60, transformó esos Destacamentos de Montaña en las actuales Brigadas VI y VIII de la especialidad, ambas dependientes Cuerpo de Ejército IV “Ejército de los Andes”, el que debió su denominación al glorioso Ejército Libertador, primer Cuerpo de Montaña de América, ideado y conducido por el Gran Capitán Don José de San Martín.El 18 de diciembre de 1967 cambió su denominación por la de “Escuela de Instrucción Andina”, acorde con su dependencia orgánica del Comando de Institutos Militares. A fines de 1980, en razón de nuevos conceptos y criterios orgánicos, el Instituto tomó su actual denominación.Actualmente, la Escuela Militar de Montaña constituye el centro de entrenamiento avanzada de actividades y técnicas de combate en montaña del que dispone la Fuerza. Para ello, tiene responsabilidad primaria sobre el planeamiento y desarrollo de sus cursos complementarios para la preparación de los Cuadros del Ejército en técnicas, habilidades y destrezas, así como en la conducción táctica de fracciones específicas y particulares de montaña.El año académico militar se articula en una sucesión ininterrumpida de cursos: en época estival con prioridad en técnicas andinas de escalada, y en época invernal con preponderancia en técnicas esquísticas. Otros cursos complementarios contribuyen a vertebrar un adiestramiento homogéneo y coherente que alcanza su grado más avanzado en el curso de Cazadores de Montaña.A lo largo del año, la Escuela Militar de Montaña recibe contingentes de Oficiales, Suboficiales y Soldados de países amigos, que participan del desarrollo de diversos cursos, como así también en actividades de intercambio individual y de fracciones orgánicas.Dentro de las tareas que realiza el Instituto cabe destacar los periódicos reconocimientos realizados en la región de montaña de nuestro país, Los Hielos Continentales, apoyo al curso de adaptación que realiza el Comando Antártico y el apoyo a empresa andinísticas de envergadura, nacionales e internacionales, que pueda realizar personal civil y /o militar de la Fuerza o de otras FFAA. Consecuentemente con las misiones subsidiarias del Ejército, la Escuela Militar de Montaña participa en el apoyo a la comunidad en la lucha contra incendios forestales, desastres naturales como derrumbes, en la búsqueda y rescate de andinistas, y turistas extraviados o accidentados en la zona andina de su jurisdicción. Entre los cursos más importantes que se dictan encontramos el de Escaladores Militares, Instructores o Subinstructores Militares de Andinismo, Esquiadores Militares, Instructores o Subinstructores Militares de Esquí y el de Cazadores de Montaña.También existen cursos complementarios como Instructor de Cazadores de Montaña, Nivelación de Baqueanos, Rescate en Montaña y el de Jefes de Subunidad de Montaña.La tarea de la Escuela Militar de Montaña trasciende la frontera de lo estrictamente militar, ya que cuenta con el reconocimiento de otras instituciones privadas nacionales e internacionales, y actividades de intercambio con países como España, Chile y Estados Unidos.

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martes, 19 de marzo de 2013

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE CANCHA RAYADA


El día 19 de marzo de 1818 se produce la Batalla de Cancha Rayada. Fuerzas realistas atacan el campamento del Ejército de los Andes, logrando desarticular las defensas y producir grandes pérdidas de hombres y material. El Coronel Juan Gregorio de Las Heras logró organizar una defensa efectiva con su unidad, el 11 de Línea, sin alcanzar a contener el ataque español.
Después del juramento de independencia el 12 de febrero de 1818, el ejército unido argentino-chileno conformado por 8.000 hombres, seguía observando a los realistas que avanzaron situándose en la ciudad de Talca.
Al caer la noche del 18 de marzo de 1818, el ejército aliado acampó en dos líneas paralelas dispuesto a pasar la noche. El General y Libertador José de San Martín viendo su posición muy comprometida, decidió cambiar de posición antes del amanecer, pero a iniciativa del General José Ordoñez, los realistas decidieron atacar cuanto antes.
Sorpresivamente, San Martín fue avisado de que el enemigo salía de la ciudad, y sin tiempo para organizar la defensa, fue atacado por las tropas realistas. La confusión y el pánico desorganizaron las filas patriotas. Pero el General Juan Gregorio de Las Heras, que conocía la táctica realista de tomar por sorpresa al enemigo, pudo salvar íntegra la división de 3.000 hombres, escapando a menos de 200 metros de la retaguardia realista en un acto brillante. Cabe aclarar que Ordoñez era un viejo conocido de Las Heras, que lo había enfrentado varias veces antes y durante el sitio y asalto de Talcahuano..
San Martín logró movilizar a sus hombres hacia una posición donde sus tropas comenzaron a responder el fuego. Una vez realizada la maniobra las tropas patriotas se retiraron dejando 120 muertos, 300 heridos, 2.000 dispersos y 21 cañones. Los realistas tuvieron cerca de 200 muertos y heridos.

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lunes, 18 de marzo de 2013

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE PARAGÜY


El 1 de marzo de 1876 el coronel Salvador Maldonado tiene que hacer frente en Horquetas del Sauce a 2.500 lanzas, que resultan batidas. Pero, rehechos los indígenas del revés sufrido, vuelven a irrumpir en los poblados, y son nuevamente vencidos por el coronel Victoriano Rodríguez y el teniente coronel Antonio Dónovan en el Paso de los Chilenos. El salvaje combatía con furia a pie o a caballo, como lo demostró en el combate de La Tigra, cuando miles de vacunos, lanares y yeguarizos eran arreados para la toldería. Después de dos días de seria refriega, los comandantes Vintter y Freire consiguen arrebatarle 250.000 cabezas.

Sin embargo, la batalla decisiva que dio en tierra con el propósito terrorista y de intimidación de esta serie pavorosa de malones, fue la de Paragüil. Del 16 al 18 de marzo se desata sobre el torturado escenario de Juárez, Tres Arroyos y Necochea una ola brutal de 3.000 jinetes al mando del propio cacique Manuel Namuncurá, de Juan José Catriel y de Pincén. Al coronel Levalle corresponde la grave responsabilidad de hacerles frente. Junto a la laguna de Paragüil se da la más encarnizada batalla de la serie conocida por “invasión grande”. Los indios rugían como bestias embravecidas, resueltos a triunfar o morir en el combate, y la suerte de la batalla se tornaba adversa para Levalle después de cinco horas de sangriento entrevero. La superioridad numérica del aborigen se imponía gradualmente, y ya tocaba a su fin la resistencia de los nuestros, encerrados en un estrecho círculo de lanzas y alaridos, cuando se produce la intervención providencial de Maldonado, “la mejor lanza del ejército, discípulo de Sandes, que entra en la batalla como un ciclón de aceros relumbrantes, a cuya vista el indio se sobrecoge de terror y huye abandonándolo todo y para siempre”.

El coronel Nicolás Levalle dirige la siguiente nota al Ministro de Guerra y Marina, Coronel Alsina: “Campo de Combate, Laguna Paragüy. Marzo 19 de 1876 - Estimado Sr. Ministro y Amigo: Tengo el placer de comunicarle que ayer a las 5 de la tarde he batido a los indios que estaban en este punto, derrotándolos completamente, no habiendo podido efectuar persecución por haberse fraccionado los indios en su derrota, unos hacia el sur, los que probablemente saldrán entre Libertad y Lamadrid, y otros al sur-oeste, lo que me supongo saldrán entre Aldecoa y Defensa. Esto por una parte y por otra, por haber cerrado la noche y estar casi a pie, pues en el trayecto que he recorrido, que son nueve o diez leguas de campo completamente guadaloso, con una caballada que había hecho mas de 40 leguas, se postró completamente, dejando la mayor parte de ella, pues era necesario batirlos a esa hora y en todo trance, después que nos habían descubierto, a fin de que no se llevasen el arreo”
“Sr. Ministro, no puedo calcular en este momento el inmenso arreo que había, debiendo hacerle presente que los indios tenían muchas majadas de ovejas y muchos otros objetos. Sr. Ministro, los indios que había en este punto serían 1.500, lo que me hace suponer que hay indios adentro, y temiéndome que muchos de ellos puedan reunir la inmensa cantidad de hacienda que había aquí que se retiraba para adentro. No pudiendo darle a V.E. datos exactos hasta este momento, pues ha amanecido una neblina tan densa y que dura hasta este momento, que son las 10 de la mañana, que no se distingue a una cuadra de distancia, sin embargo he mandado los tres Regimientos de Caballería a explorar el campo en distintas direcciones, buscando las rastrilladas, los que hasta este momento no tengo parte, sin embargo, abrigo la esperanza que algo mas se puede hacer, pues se han avistado grupos de indios por parte de unos bomberos que acabo de recibir”.
“Sr. Ministro, al terminar ésta, debo hacer presente la brillante comportación de los Regimientos que han chocado, que son el 1º y el 11º, no habiendo cabido tal suerte al Regimiento 5º por haber iniciado su carga apoyado por infantería, a la vista de la que, los indios se retiraron a media rienda, habiendo seguido el Regimiento hasta donde pudo, y completamente cerrada la noche, mande tocar reunión a fin de organizar las fuerzas y que se nos incorporasen grupos de soldados que habían quedado a la retaguardia con los caballos cansados”.
“Sr. Ministro y amigo: Lo felicito con el profundo pesar de que esta jornada no haya sido tan completa como yo deseaba, los indios han dejado treinta y tantos muertos, llevando muchos heridos, por nuestra parte no tenemos mas que dos heridos del Regimiento 1º de Caballería y un soldado de mi escolta, un piquete de 20 hombres del Batallón 5º, la que también una parte de ella cargo. – Nicolás Levalle”
“P.S. Sr. Ministro, entre los indios que había, en su mayor parte eran los de Catriel, los que se han batido bravamente, haciéndonos fuego con muchas carabinas, Remington y revolver, encontrándose Juan José (Catriel) enancado y el que se supone herido. El caballo del coronel Plácido López recibió en la cabeza un balazo de Remignton. Vale”.

Este combate tuvo enormes trascendencias en el curso de la campaña. Cada vez arraigaba con mayor fuerza en la conciencia del enemigo el sentimiento de inferioridad ante la eficaz organización del cristiano. A partir de entonces las cosas fueron de mal en peor para el ambicioso y astuto cacique de la última gran confederación india que dominó en las llanuras. De ahí que empezase a retroceder tierra adentro, dejando para siempre la iniciativa en manos de las tropas nacionales.

Fuentes: Clifton Goldney, Adalberto A. – El cacique Namuncurá – Buenos Aires (1963) / Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.

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domingo, 17 de marzo de 2013

ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DEL GENERAL JUAN RAMÓN BALCARCE



Nació en Buenos Aires, el 16 de Marzo de 1773, siendo sus padres el teniente coronel de Blandengues, Francisco Balcarce o Balcarcel –natural de Barcelona- y María Victoria Martínez Fontes. Fue el mayor de una familia de militares, habiendo nacido sus hermanos que siguieron su vocación en las fechas siguientes: Antonio González, el 13 de Junio de 1774; Marcos, el 25 de Abril de 1777; Francisco, el 9 de Noviembre de 1778; José Patricio, el 16 de Julio de 1779 y Diego, el 13 de Noviembre de 1784.
Ingresó en el Regimiento de Blandengues de la Frontera, el 2 de Octubre de 1789, ascendiendo a alférez en 1793 y a teniente en 1799. Revistando en esta unidad, participó en 1801 en la campaña realizada por Sobremonte contra los portugueses que habían ocupado las Misiones Orientales.
En 1805 con el grado de ayudante mayor, fue transferido a la Comandancia General de Armas de Tucumán donde se hallaba cuando los ingleses desembarcaron en la playa de los Quilmes. Quiso regresar de inmediato a Buenos Aires no consiguiendo permiso para hacerlo, dirigiéndose a Córdoba donde tuvo noticias de la Reconquista. Colaboró en la Defensa (5 y 6 de Julio de 1807) al lado de Liniers que lo designó su ayudante. Por Real Orden del 9 de Febrero de 1808 y en mérito a los relevantes servicios prestados al Rey, recibió el nombramiento de capitán de Caballería y el 8 de Noviembre siguiente el de sargento mayor del 1. Escuadrón de Húsares.
Activo conspirador en las reuniones previas al pronunciamiento de Mayo, ajustó su conducta a lo que hacían su jefe directo Martín Rodríguez y Saavedra, votando en el “Cabildo Abierto” del 22 de Mayo en contra de Cisneros. Formada la Junta presidida por el virrey, fue uno de los jefes que más se opuso a ello, firmando el petitorio que se remitió al Cabildo y que puso fin a las diferencias.
Establecido el Primer Gobierno Patrio, como gozaba de la confianza del presidente Saavedra, éste le encomendó dos tareas de gran responsabilidad: la primera, consistente en embarcar para Europa a Cisneros y a varios ex-funcionarios que dejando de lado el juramento hecho tomaron contacto con el gobierno instalado en Cádiz; la segunda, fue aún más trascendente pues se trató nada menos que de ejecutar a Liniers y a los rebeldes cordobeses. Ambas misiones encomendadas a Balcarce fueron cumplidas fielmente.
La presencia de Balcarce en las dos contingencias, respondió al deseo de Saavedra de que no se cometieran arbitrariedades y se desvirtuara lo resuelto por el gobierno. Tal vez convenga recordar, que Moreno propuso “cortarles la cabeza” a los funcionarios españoles comprendidos en el decreto de extradición y que Castelli luego del drama del “Monte de los Papagayos” se retiró tocando a Balcarce dar a los “arcabuceados” en Cruz Alta cristiana sepultura.
El 5 y 6 de Abril de 1811 como lo testificó el doctor Manuel Felipe de Molina, apoyó a los sediciosos. Reorganizada la Junta Grande, se lo destinó al Alto Perú junto con el teniente coronel de Patricios Juan Antonio Pereyra, con la misión de conversar con los oficiales de las unidades para apaciguarlos y encauzarlos en la disciplina. Partió hacia el norte y al llegar a Tucumán tuvo conocimiento del desastre de Huaqui y de la retirada general de las fuerzas hacia el Sur, desistiendo de cumplir con la misión encomendada trasladándose a Salta.
Incorporado posteriormente al Ejército, en Nazareno recibió los restos de su hermano Francisco, muerto heroicamente a orillas del Río Suipacha, mientras se batía al frente de una compañía de Dragones.
Al recibir Belgrano de manos de Pueyrredón el Ejército del Norte, procedió a reorganizar los mandos y las unidades asignando nuevos cargos y misiones a los distintos jefes; a Juan Ramón Balcarce le tocó comandar la Vanguardia adelantada en la Quebrada de Humahuaca, donde cumplió una difícil tarea poniéndose a prueba todas sus aptitudes, iniciativa y valor. Salió muy bien del paso y hasta que no se produjo el avance de la masa del Ejército Realista con el general Tristán no abandonó la Quebrada.
El 3 de Setiembre de 1812, en plena retirada hacia el sur, intervino en la acción de Las Piedras, donde fue derrotado Huici y el 24 siguiente en la batalla de Tucumán dirigiendo la caballería del ala derecha, se constituyó en un factor decisivo para el triunfo.
Al producirse la elección de diputados para integrar la Asamblea General Constituyente a reunirse en Buenos Aires, conocida posteriormente como la Asamblea del año 13, resultó elegido para representar a Tucumán. Esto lo indujo a pedir su retiro del servicio activo, para dedicarse exclusivamente a la nueva actividad.
En 1814, ante la amenaza de una gran ofensiva española sobre el Norte, fue incorporado nuevamente al servicio activo, nombrándosele comandante general de Milicias de toda la Campaña puesto en que se lo promovió a coronel.
Ostentando los entorchados de coronel mayor, fue elegido gobernador-intendente de Buenos Aires y estando en esas funciones, derrotó el 27 de Noviembre en Paso de Aguirre a una fuerte montonera mandada por Estanislao López.
Al organizarse en 1819 una fuerza para operar contra Entre Ríos, Santa Fe y la Banda Oriental, se lo designó segundo comandante de la misma; el 1º de Febrero de 1820 los porteños sufrieron un descalabro en Cañada de Cepeda, desbandándose la caballería en tanto la infantería a las órdenes de Balcarce se negó a rendirse ante el requerimiento de López, desprendiéndose durante la noche en perfecto orden y sin bajas, alcanzando San Nicolás al amanecer.
El 6 de Marzo de 1820 reemplazó a Sarratea en el gobierno porteño, abandonando el cargo a los dos meses para expatriarse en Montevideo donde permaneció varios años.
En oportunidad de la Guerra contra el Imperio del Brasil, Dorrego lo designó el 14 de Agosto de 1827, ministro de Guerra y posteriormente, plenipotenciario en Río de Janeiro para negociar la paz y remediar los errores cometidos por Rivadavia en tan importante cuestión. De vuelta a Buenos Aires, el motín del 1º de Diciembre de 1828 lo obligó a refugiarse nuevamente en Montevideo a la espera que en la capital soplaran vientos más favorables.
Al asumir la gobernación Juan Manuel de Rosas requirió su colaboración, designándolo ministro de Guerra, a pesar de no ser un hombre ni adicto a su persona ni a su política.
Siendo ministro salió a campaña rumbo a Córdoba, con varias unidades de infantería para reforzar las columnas de montoneros e indios de Estanislao López amenazadas por el general Paz, dos veces vencedor de Facundo en la Tablada y Oncativo. Las unidades que llevaba Balcarce, tal vez hubieran creado problemas a Paz, acostumbrado a resolver las batallas mediante el empleo adecuado de la infantería, de la cual los federales en principio carecían. Las boleadoras lanzadas por Zeballo en Los Alvarez el 10 de Mayo de 1831, impidieron aquella confrontación.
El 17 de Diciembre de 1832 asumió nuevamente la gobernación de Buenos Aires elegido por la Undécima Legislatura Provincial. Su administración fue progresista, tratando de organizar el manejo de la cosa pública sobre bases jurídicas permanentes, cosa un tanto difícil en aquella época de improvisaciones y arbitrariedades. Derogó leyes retrógradas, restableció la libertad de imprenta y redactó una Constitución, donde fijó responsabilidades y derechos a hombres e instituciones.
Rosas a pesar de su militancia federal, lo depuso el 11 de Octubre de 1833 con la revolución que encabezó el general Agustín Pinedo, lo cual lo obligó a huir de la capital, estableciéndose en Concepción del Uruguay (entonces Arroyo de la China) donde residió hasta su muerte, ocurrida el 12 de Noviembre de 1836.
Fuentes: Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado / www. revisionistas.com.ar / Serrano, Mario Arturo – Cómo fue la Revolución de los Orilleros Porteños – Buenos Aires (1972).

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